2007. Un señor ya bastante mayor y muy atildado se acerca a Enrique Bernales. Tenía un proyecto monumental: un libro con las respuestas a todos los problemas del Perú con ensayos de grandes intelectuales.

Bernales me lo deriva ¡¡!! y desde entonces hasta 2010 logra reunir decenas de ensayos, me llama y visita cada cierto tiempo a mi oficina. Yo lo ayudo en introducciones, revisar y ver el conjunto además de colaborar con un ensayo. 

Me parecía un Quijote con mucha pasión por hacer algo tan grande como Basadre. Su objeto era el amor al Perú. Entre los apremios de mi propio trabajo y mis actividades lo ayudo.

Frisaba los 85, siempre vestía bien al terno...recuerdo su pulcritud... hasta que de pronto dejó de llamar y buscarme.

En 2012 me invitaron a trabajar a El Comercio y ya me había olvidado de él. En 2015 recibo una llamada sorpresiva a mi anexo y era él. Me dijo que estaba culminando ya el libro y necesitaba una introducción general y algunas ideas más y que tenía un editor. Nos encontramos en el Manhattan, a un paso del Diario.

Él con más de 90 años, nos tomamos un café. Fue la última vez que lo ví. Aquella tarde me dijo que posiblemente sería la última conversación, me ofrecí a seguir colaborando, pero insistió en que uno de esos días,pronto, no estaría más, que estaba mal de salud.

Lo ví, desde la puerta lateral de El Comercio, marchar lento y torpemente hacia Emancipación, se rehusó a que lo acompañara a un taxi.

 Efectivamente, fue la última vez que lo ví, cansino y enhiesto como un Quijote. Una semana después su hija me llamó desde Italia para decirme que su padre murió.

Nunca supe si se editó y no logro aún encontrar su enorme recopilación de años. No es cuento, era un Quijote con pinta de Quijote, obsesión de Quijote y locura de Quijote y yo un poco de Sancho y ando buscando la obra, que creo siguió con el editor y sus auspiciadores. 

Solo recuerdo su apellido, busqué su recopilación para dar inmortalidad a su larga creación con reseñas y no la ubico en biblioteca alguna.

Ojalá todos tuvieran esa persistencia, ahora la mía es buscar esos tomos que, pareciera, se hubieran ido con él.