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La soledad y los ausentes

Raúl Mendoza Cánepa 

Publicado: 2023-05-08

No sabemos cómo es la vida de quien tenemos al frente en el bus, de ese que nos mira fruncido, o del que come de su refrigerio en la banca de un parque o del anciano que camina cansino y sin ruta.

En realidad, a nadie le importa porque todos van en una carrera en la que el resto es ajeno.

Hace unos días un hombre de la calle lloraba y por más que le ofrecí dinero, no era dinero sino palabras las que quería y yo no tenía las precisas. Hacía un año que su familia lo echó y vivir sin lazos es el infierno.

La soledad puede convivir. Lo supe por aquel anciano que, pese a tener hijos, me confundió con uno de ellos y me hablaba como si yo fuera aquel y yo al lado escuchándolo hablar de historia y de su vida misma. Él allí siempre sentado aguardando la visita de ese pasante cuarentón que no iba por él, pero que fingía ser su hijo para que no estuviera triste. "Mira, tu hijo te visita en el geriátrico", decían las enfermeras y uno solo haciéndola de oyente disciplinado.

A veces pasamos cerca o ignoramos al otro, a ese mar de nervios, miedos, sueños y dramas que necesita una palabra, cómo si fuéramos solos en el mundo o el mundo se hubiera creado para nosotros.

Felizmente me es común sentir que no encajo en este establo, el día que sienta lo contrario es que no será el mundo el que esté mal, sino yo.

"Empatía" le dicen. Yo lo llamo sencillamente "amor". 


Escrito por

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.


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