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Bullying

Raúl Mendoza Cánepa 

Publicado: 2023-05-06

Quien haya pasado diez años de su vida bajo la guerra del bullying escolar, sabe lo terrible que son los domingos en la noche y la catarata de golpes, chapas, injurias, empujones y toda la parafernalia que conlleva ser.  culpable por ser tranquilo o delgado o lo que fuera 

El bulleado sabe que no estará a salvo. En un colegio de hombres es huir de los "malos" para evitar golpear a uno y ser expulsado. Por lo general, los padres nunca lo llegan a saber, ni aún profesionales exitosos, el exbulleado suelta prenda.

Aunque pase en paz la universidad, tendrá un gesto de defensa y evitará niveles de posgrado o gente que le sume al miedo, a ese fantasma del pasado que lo llevará a buscar a las chicas buenas de la historia, a amigos apacibles y entornos que no sean una clarinada de alerta.

El bullying trauma y no hay psicologos que lo entiendan. Bullying de los compañeros que hacen decenas, mientras los pacíficos formamos nuestros propios grupos, que subisten en el tiempo. El ex bulleado se vuelve inseguro y teme preguntar...también hay el bullying de los maestros y muchos de los que conocí golpeaban y se descascaraban en rabias solo porque no entendíamos los logaritmos. 

Entre las burlas de una treintena, la exoneración de educación física para evitar esas horas más hostiles tenía un pretexto: el asma y el asma llegó como una forma de protegerme.

Pocos entienden el tema si no lo han vivido y aunque los más bravos hayan cambiado, algo queda en uno. Los golpes, los toques en las orejas, las chapas y todo lo que mata la autoestima queda allí y el sobreviviente se siente en la necesidad de amor, de respeto, de tolerancia, pero sobre todo de sobresalir en algo que pocos puedan, la erudición y el cultivo de la inteligencia, querer ganar el primer lugar en el ingreso a la universidad o ser del quinto superior, pero luego viene el stop. Tras la universidad, el temor del posgrado, el miedo de hacer las cosas mal...es como si tras darse la revancha los viejos fantasmas volvieran.

De pronto ya no es la lonchera rota con lo que te prepararon tus padres en el suelo, sino un error mal comprendido, un rechazo o una discordia por la que nos vemos obligados a pedir perdón.

La vida te hace respetable y más con un título, pero de alguna manera te pusieron un corsé mientras aguardas el día que aparezca quien te lo llegue a quitar.


Escrito por

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.


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