Corruptos por naturaleza
Raúl Mendoza Cánepa
El rey de España durante la colonia era el dueño de sus reinos de ultramar. El Perú era suyo y el virrey su delegado. Allí comienza la historia del patrimonialismo.
Patrimonialismo es un concepto de cultura política que nos dice que el gobernante y cualquier funcionario desde la cabeza al chupín creen que el Estado es suyo porque trabajan en el Estado y se les concede poder sobre el dinero público.
Así, si es un tema cultural, todos llegan dispuestos a hacerse de una coima, a traficar puestos y hasta a construir bandas criminales familiares porque lo propio se comparte con familia y amigos.
Luis XIV no lo hubiera dicho mejor. "El Estado soy yo". Lo dice el ventanillero que se cree superior al administrado de la cola y lo dice el presidente. Y, básicos, lo dicen los congresistas que se asumen dueños de su curul y contratan a sus auxiliares de campaña o gastan como bien les viene porque el Congreso es suyo.
En resumidas cuentas, el rey de España es el funcionario de hoy, porque nos separamos de España, pero nunca construimos una verdadera república. República, cosa pública, allá quien no entienda.