No hay salida
Raúl Mendoza Cánepa
Hay un dogma de la autoayuda que dice "lucha hasta el final". Desde la adolescencia era el consejo común.
Con los años se aprende que hay problemas que se solucionan en años y tienes que bancartelos porque no hay estrategia que funcione.
Hay problemas que no tienen puerta de entrada, como murallas gigantes. "Lo que no nace no crece" le decía una jovenzuela a un joven o "no sabes nada del tema" le reclamaba un jefe a un hombre con un pie fuera.
Hay problemas más graves que esos y desgarran como la muerte de un padre que no puedes detener desde el teléfono descolgado o más que eso y saber que el año que pasa reduce tus opciones y que cada vez se corre más al margen y que la corrupción y la tiranía pública o privada vence al que no tiene poder y que a veces ni los gritos más destemplados abren un oído o logran que una mano se tienda.
No digo que la vida sea una mierda porque me ha sido dado agradecer, pero en la caída prefiero ver el cielo mientras calculo sereno la distancia del suelo. No mido cuántos huesos me romperé ni qué será del dolor, es como una resignación obligada con la que uno tiene que convivir en paz.