Cuando se cumplen los 45 a 50 años, un analista político es un senior y no solo trabaja en lo suyo, sino que enseña y promueve a los que vienen detrás, dándoles talleres, consejos o, cuando hay merito de capacidad, creando un puente entre el joven analista y medios del extranjero, porque siendo corresponsal o pasante es que se aprende y mucho.

Mas, llega un tiempo en el que el analista senior se ve superado por una realidad que le hiere, que es crítica y que termina siendo la tragedia del pensador: "Que los más jóvenes se encarguen".

Uno se hace testigo del proceso histórico y se carga de esa memoria tan llena de autoritarismo, populismo, mentira, corrupción, chantaje e hipocresía.

Yo también tuve mentores y maestros y algunos de ellos no persistieron hasta el final. Derivaron hacia el arte, el reposo y lo que en el ideal de Horacio Quiroga es el ideal de las junglas, la simbólica fuga, la de no querer saber nada.

Hay días en que la estupidez y el acomodamiento de muchos al poder o a la prebenda llevan a pensar que el análisis político no sirve, es el trabajo del basurero hundido en las bolsas putrefactas de donde no se extrae ninguna lección. A eso hemos llegado.