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El hombre gris

Raúl Mendoza Cánepa

Publicado: 2022-08-12

Debe ser una broma, pensé; pero no lo era. El nuevo editor de Opinión de un gran Diario, Francisco Bermudas, me convocaba. Para embarcarme dejé una planilla de doce años en una ONG. De nada sirvió si el plan era quitarme de en medio a los tres meses y sin oportunidad de destacar. Era además un ambiente incómodo, donde el editor y sus practicantes la hacían solos o se reunían a puerta cerrada. El hombre gris servía solo para anunciar en una rotonda ante los editores lo que había de venir y quedarse hasta muy tarde para recibir artículos y dudar de mi propio talento.

Al tercer mes fue mi primer adiós, chau, búscate algo hombre gris, mientras tus niñas de siete años pueden irse por el despeñadero. 

No, la vida no fue fácil, pero nunca falta una mano que te salva. La editora de fines de semana me invitó al suplemento cultural, donde pasaría los años más felices de la existencia. Publiqué desbordante, pero el editor llegó a director y el suplemento cultural cambió de manos. Así dice el hombre gris, mientras trata de sortear los asteroides que la vida lanza sobre su cabeza de desempleado a medias, de avión que perdió el rumbo, de hombre que perdió los sueños.

Dicen que Daniel Trelles, el nuevo editor del suplemento llegó porque un reputado editor de libros y escritor (Juan Peretti) lo recomendó ante el supereditor cultural del Diario, Juan Benavente, que había llegado para reflotarlo. Dicen que Trelles quería presupuesto para pagarle a sus columnistas y colaboradores, dicen que no había dinero y que el director aconsejó, sugirió u ordenó a Trelles la salida del hombre gris.

Peretti tendría una columna, como tantos en los círculos oligárquicos de la prensa o la literatura, hay quienes tienen una estrella alcanzada por los vínculos que se forjan, pero los hombres grises están condenados a no cansarse de pedir.

El desempleo es angustiante y más cuando no se puede volver a la estabilidad del pasado, a los sueños del pasado. El desempleo es asfixiante si tienes una familia y es devastador cuando tienes que renunciar a tus sueños de escritor. Ocurre en todos los dominios donde el ego y la ambición campean. 

El hombre gris nunca será el mismo. A veces vendrá algún trabajo, a veces; como pequeñas piedras que pasan y se alejan. Recordar la vieja estabilidad de avión con rumbo no sirve de nada. Nunca faltan quienes, pese a tu convicción de paz, hacen lo posible por arruinarte la vida.



Escrito por

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.


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