Un héroe lucha por algo que asume superior a sí mismo, se pueden rastrear en todos los campos de la vida. Hay antiheroes, que la juegan al mal o al odio, y hay héroes que la juegan a la unidad, al amor, al progreso sin rencores.

Hemos visto a un personaje que no tuvo que crecer en el Perú para amarlo, ni siquiera conocerlo, solo amarlo. Se llama Gianluca Lapadula, que desde Italia y hasta con la opción de brillar con la azul en Europa, prefirió la sangre de uno de sus ancestros para darlo todo con la balquirroja, le partieron la nariz, se la volvieron a romper y él seguía allí. "Y no podrán romperlo", sin necesidad de cantos corales ni homenajes.

Ayer, cuando Perú ganaba a Paraguay, el gesto heroico se confirmó en sus ganas al cantar el himno, en su llanto frente al histórico "Contigo Perú", acompañante de nuestras gestas; se confirmó en ese abrazo y comunión con la gente en un estadio que también se abrazó. 

Ricos, pobres, de todas las sangres, de todos los orígenes, el Perú fue una sola fuerza. Lo llamamos "Peruanidad". Que ninguna ideología perversa, con sustancia en el rencor y la lucha entre los peruanos termine por robarnos el triunfo, la unidad y la bandera, que solo tiene dos colores y un solo corazón.