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Viajando

Raúl Mendoza Cánepa

Publicado: 2021-12-09

Escribía Gabriele D'Annunzio, el poeta depredador y amante del peligro y las mujeres: “celebra el grande, el inefable goce/ de vivir, de ser joven, de ser fuerte/ de hincar los dientes ávidos y blancos/ en los más dulces frutos terrenales”. Mussolini lo creía un precursor y el poeta decía que aquel era un imitador. "Renovarse es vivir" o, lo que es lo mismo, "viajar es vivir".

Desde la ventana del hotel de aquella ciudad, Antonio mira los tejados, oye los picotazos de la lluvia sobre los vidrios. Recién llegado, tiene en mente explorar los vericuetos de es urbe que lo perturba. "Solo el viaje te presenta la exacta dimensión de las cosas, tu propia dimensión", le escribe a su mujer. Ha leído un ensayo en el avión sobre la vida excesiva del poeta italiano, cocainómano y gobernador, como Sancho, de su propia Insula Barataria, más dada al rito de la orgía comunitaria y el caos placentero.

Antonio se pregunta la razón por la que un poeta hedonista se hace diputado y es luego obligado a dimitir por su vida temeraria. Camina por la ciudad que lo ha recibido, mira las casas policromas y el cielo azul como ninguno. En los viajes te percatas que eres demasiado pequeño para creerte el cuento de tu mesianismo o de tu importancia, solo quedas frente a tu goce, el de lamer un helado, caminar despacio por la madrugada o detenerte frente a la fronda oliendo su humedad.

Renovarse es vivir, viajar es vivir.


Escrito por

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.


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