Si bien existe la Casa de la Literatura y no es una mala idea en su concepción, nada obsta para tramar la idea de la Casa de las Humanidades, quizás como una entidad del Minedu o del Mincul (o Ministerio de las Culturas), quizás con sede en el Ministerio o alguna casona que sirva a sus fines formativos, no necesaria o íntegramente museográficos. La literatura es solo un fragmento de ese universo que se constituye por la filosofía, Historia,  antropología, semiología, arqueología, geografía, estudios del arte, interculturalidad, ciencias de la comunicación, estudios de las religiones, etc.

Las Humanidades en su visión multicultural constituye un aporte al intelecto para abrir la mente al mundo, para pensar con luces y ligar elementos que permitan a la gente concurrir mejor a una idea, crearla y aplicarla, como una gran facultad de estudios generales-letras o una Universitas virtual, presencial o itinerante para la gente de la calle.

Fue en Estudios Generales en la PUCP que concebí un espacio a extramuros para que se alimenten no solo los que aspiran a una especialidad sino cualquiera con vocación de saber y sin pretensiones formales en la academia. Mariátegui fue un autodidacta y lo fue por el amor al saber que las escuelas no saben gestionar. Fue en el claustro que sorbí de aquello que Luis Alberto Sánchez, el  Doctor Océano del siglo XX, llamaba "ambición cósmica del conocimiento". Los suplementos culturales se cierran en un espíritu periodístico y de actualidad, con lo que el amor al saber integral de las humanidades se convierte en el lujo de una elite. La cultura general no solo nutre y abre los ojos, prepara a los más jóvenes para la lid del ingreso universitario y les imprime el sello de la filosofía (amor al saber). 

Desde una perspectiva de múltiple mirada cultural, desde el amor al Perú pluricultural, antiguo y contemporáneo, desde la universalidad que nos particulariza, una casa de las humanidades suma a la democratización del "ser culto". Mi experiencia en el Suplemento Dominical de El Comercio durante varios años influyó en esa exploración de una nueva manera de educar al "hombre y mujer" de la calle.