Promover intelectuales
Raúl Mendoza Cánepa
Uno de los poemas que más influencia ha ejercido en mi vida es el "Poema de los dones" de Jorge Luis Borges. Es el bibliotecario ciego que en la enorme y principal biblioteca se lamenta de no poder tener acceso a ese descomunal campo de letras. Más, nadie rebaje a lagrima o reproche, Borges fue, con Ricardo Palma en el Perú, esos grandes gestores del conocimiento que millares de páginas nos obsequian. Historias, cosmogonías, cálculos y filosofías, lo que fuera, es el registro de esa sabiduría que los pensadores colocan en los estantes para erigir una pequeña gigante ciudad.
Al leer sobre Palma y luego el paso de González Prada por la Biblioteca Nacional del Perú, no puedo evitar fascinarme en la imaginación de sentarme en sus sillas y pasear por sus estantes y organizar la vida y el conocimiento como un pontífice de los grandes secretos de los hombres.
Asumo que en el futuro, el papel de un director de tamaña biblioteca no debe ser solo el registro y el préstamo de libros sino la promoción de las ideas, buscar a un nuevo García Calderón, a un Víctor Andrés Belaunde, a un José Carlos Mariátegui y otros que constituyen la masa crítica histórica de nuestra nación. Ellos y otros constituyeron la república de las letras y nada obstaría para ahondar en la búsqueda de nuevas creaciones, concursos, proyectos país, visiones ideológicas y, en general, la promoción de la vida intelectual y de los grandes y nuevos intelectuales en nuestro país, especialmente jóvenes, para que esa llamada "Generación del Bicentenario" muestre sus mejores semillas de cara al debate y al futuro.
Así sea.