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El último de la manada

Raúl Mendoza Cánepa

Publicado: 2020-10-26

Alexander Aronowitz (Moscú, 1956) nos entrega una novela que nos introduce en al desmoronamiento del socialismo en Rusia. Boris Molenko es un integrante del Partido Comunista que creía guardaba para sí el sueño de gobernar la Unión Soviética, pero llega la crisis y el viejo Boris ve destruida toda opción, peor aún, es testigo de la desaparición de un sistema de ideas en el que creyó y por el que dio brega mientras otras edificaciones de su vida también caían. Su familia es una de ellas, luego su salud y finalmente la rúbrica definitiva al fin de aquel viejo ideal, el amor de Solenka, una bella moscovita que, desde Finlandia, intercambió innumerables cartas sin llegarse a ver. Cuando nada queda, solo queda el fin. Hablamos con el autor.



Boris representa la decadencia, el fin, la autodestrucción, la desaparición de la esperanza.
Es un político sin relevancia, pero que aún en la década del 70 conserva la esperanza de convertirse en uno de los grandes jerarcas. Cuando cae la Unión Soviética, Boris ve que todo llegó a su fin, su familia se fue a París, Solenka, su amor soñado, se casa y se muda de Finlandia a no sabemos dónde. Boris ya no tiene nada por qué luchar. Revisa un viejo cuaderno en el que solía apuntar sus metas, nada de aquello llega a ocurrir. El mundo celebra al capitalismo liberal, él lo asume como una guerra perdida y en las guerras perdidas hay que inmolarse.
Inmolarse es una manera de evadir el sufrimiento frente a un fracaso rotundo, además ya no tiene nada que lo lleve a luchar. Él es un lector, como Cervantes, de libros de caballería ¿Nos remite a El Quijote?
No del todo, pero es un idealista que ya no tiene nada por qué soñar o nada que conservar del pasado y de él mismo. "Frente a la estatua de Lenin caída, una apretada turba clama por la libertad, Boris aprieta el bastón y acelera el paso mirando el horizonte, deja los grandes edificios atrás, es como seguirle el paso a un rastro antiguo que solo lo lleva hacia el desierto".
Está solo, nadie piensa como él, lo ven como a un loco del antiguo régimen, él siente que ha perdido todo, especialmente la fe: "Desde la ventana ve esconderse el sol, no lo verá más".
Perder la fe es lo último que deberías perder antes de tocar la tentación de dar fin a todo. El fin de los grandes relatos, ese es el tiempo que Boris no soporta como no soporta la idea de que su mujer, Iovenka, haya tratado de envenenarlo para obtener un salvoconducto que la lleve a París, a ella tampoco parece importarle sus hijos. Ha resuelto dejar al viejo a un lado por un hombre joven en medio de la crisis total de su existencia. Vegetar en la Siberia no está lejos de sus opciones o irse a morir a las estepas o como Tolstoi: morir en la estación de un tren en Astopovo luego de una agitada discusión con su mujer. Igual, en la helada, Boris siente que ya no tiene nada que perder. "Reviso el cuaderno, data de 1973, sumo los objetivos y constato que no se cumplieron, los conjuros, los planes, los esfuerzos en la organización no sirvieron de nada. El cuchillo ha perdido el filo, pero a estas alturas, es lo único que puede cumplir con su finalidad. Mientras tanto calculo las posibilidades, qué hay detrás, nos dijeron que polvo, pero preguntármelo me lleva a contemplar las estrellas que me habitan. No soy polvo estelar, pero me da igual. Dormir es la máxima aspiración que hoy me queda". 
Es duro ser sometido a los influjos del destino, no poderlo controlar.
Boris recurre a magos pese a su materialismo ateo. En el fondo tiene que creer que hay una fuerza invisible, un vocablo, una energía, un dios, que lo cambie todo. Su última oración es la primera y la pronuncia junto a un crucifijo. Tiene el veneno en su cuerpo, Iovenka lo ha introducido en su bebida. Sabe que ya nada tiene y que lo único que le quedaba era la vida que se le escapa, pero que ya no le sirve. Boris ha sido destruido aún antes del veneno, aún antes del cuchillo, quizás cuando vio la luz al nacer.

Escrito por

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.


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