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Carrera política

Raúl Mendoza Cánepa

Publicado: 2020-10-02

¿Existe la carrera política? Difícil dilucidarlo, ya que es difícil definir lo que es. Un tema es la gestión pública de los funcionarios estatales, carrera estatal; y otra es la carrera política, que marca el paso de aquellos que se dedican a la política desde los altos cargos de decisión en el Poder Ejecutivo o el Congreso.

Arduo es medir si se justifica o no la existencia de una carrera o proceso evolutivo en la política si es que los partidos no operan como escuelas y la militancia solo tiene el crédito de la simpatía por una organización. Puede ser que existan partidos en los que no haya cuadros suficientes y en paridad para formar una bancada parlamentaria y, con mayor razón, para proveer de ministros. Estos son convocados por su prestigio profesional.

La designación directa en los partidos que no forman a los militantes es una consecuencia natural de la precariedad de nuestro sistema de partidos ¿Cómo evitar la postulación de personas que no solo tienen zonas grises en su ética sino en su capacidad de elaborar una ley o siquiera de razonar sobre los temas complejos que, finalmente, caen en manos de un asesor (por lo general, un cuadro de auxilio partidario en campaña). 

La pobreza de las instituciones deriva de la falta de una carrera política, que involucre el uso del financiamiento público para la capacitación y, ¿por qué no? el reclutamiento de cuadros que destaquen en su profesión o en su vida académica o institucional. La singularidad es que los partidos convocan, los interesados acuden porque el calendario electoral ya marca, pero luego se van porque siempre hay un auspicio o corriente a futuro mejor.

Para quien desde la universidad eligió los cursos de Derecho Constitucional y parlamentario y trabajo en tales temas, constituyéndose en una promesa de la representación, es frustrante que un personaje de la farándula, del escándalo o el deporte, tenga más opción. La fama previa, más que la capacidad real, reditúa en votos, especialmente cuando el voto preferencial favorece a esa fama y al dinero que se pueda volcar en campaña. 

Promover la carrera política y el compromiso de la gente con las organizaciones (según el ideario que más se ajuste) es construir un sistema de partidos sólido, preparado para el reto de gobernar, legislar, representar y controlar al poder.  El destino de cada cual en la organización dependerá de su propio liderazgo. El logro de la meta lo determina al final la militancia en sus primarias. 

La ley no ha jugado en favor de la carrera política, la ha cortado al no legislar en materia de democracia al interior, al impedir la reelección de alcaldes y parlamentarios eficientes y al negarse a incorporar el Senado (pues ya para el propósito del filtro se cree que sirve la observación presidencial y el Tribunal Constitucional). 

La pulcritud de un buen político no se vincula a la edad ni a ningún otro criterio que no sea la vocación y esas alas que les hemos cortado, impidiéndoles volar.


Escrito por

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.


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