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El mercado laboral de la Seguridad Privada en tiempos de Pandemia

Por: Wilson Soto Tuesta 

Wilson Soto es especialista en seguridad patrimonial, analista de riesgos e instructor de SUCAMEC. Nos hace llegar un interesante artículo que La Mula comparte sobre la empleabilidad en un sector que ahora más que nunca es fundamental.

Publicado: 2020-07-09


El Coronavirus (COVID-19), aparte de afectar la salud pública, ha remecido muy fuertemente el ámbito laboral del país. La emergencia afectó a millones de empleos, llevando a los ex trabajadores a reconfigurar sus dinámicas y desarrollar iniciativas para dedicarse a otros rubros a los cuales nunca se imaginaron. 

Esta situación nos hizo ver sobre lo esenciales que son el personal médico, los Agentes de Seguridad Privada (Vigilantes), las  trabajadoras domésticas, los transportistas y otros que siguieron trabajando a pesar de los riesgos que ello implica. 


Wilson Soto

Los Vigilantes, guachimanes o marrones, como se les llama despectivamente; son personas que cumplen un rol muy importante en nuestra sociedad, quienes de manera anónima brindan  protección a personas, bienes y valores e instalaciones y garantizan el desarrollo de los procesos del cliente con dedicación y entrega, sin embargo son maltratados por las empresas de seguridad privada, quienes aprovechándose de esta pandemia han despedido a miles de trabajadores de este rubro, incluso a aquellos que sobrepasan los 60 años, los han mandado a sus casas para cumplir una cuarentena obligatoria obligándoles a firmar documentos donde los responsabilizan en caso les suceda algo a estos Vigilantes sexagenarios. 

Aparte de los bajos sueldos que perciben y la sobrecarga laboral a que son obligados, no se les está implementando adecuadamente con equipos de bioseguridad, para evitar contagios durante sus labores en los controles de acceso peatonal y vehicular, identificación de personas y registro de pertenencias. 

Se ha visto casos en el mundo de este sector perjudicado por esa subestimación, son los que se dedican a vigilar edificios, conjuntos residenciales, almacenes o campamentos de construcción, tal es el caso de Edy Fonseca, quien pese a haber sido contratado como vigilante en un edificio del norte de Bogotá, fue obligado a dormir allí y a cumplir otras tareas fuera del contrato. 

El trabajo de vigilancia y seguridad que agrupa en el país a un promedio de 300 mil personas entre hombres y mujeres, hoy está duramente golpeado, pese a la importancia del trabajo que cumplen, debido a que son pocos los empleadores que cumplen los pagos y las prestaciones contempladas en las normas laborales para darle a este sector el rótulo de trabajo formal. 

La Organización Internacional del Trabajo (OIT), poco a nada hace para velar por la dignidad de este sector, la SUNAFIL se muestra indiferente ante este clamor de abuso laboral y despidos arbitrarios y la SUCAMEC no atina a realizar ninguna acción contra las empresas de seguridad para evitar esta situación irregular. 

Entonces surge la gran interrogante, quien velará por los derechos de estos trabajadores de la seguridad?...............la pelota está en la cancha del Congreso de la República.


Escrito por

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.


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