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Andina

No son apenas caminantes

Raúl Mendoza Cánepa

"Hay dolores que matan: pero los hay más crueles, los que nos dejan la vida sin permitirnos jamás gozar de ella".

-Antonie L. Apollinarie Fée

Publicado: 2020-05-02

Centenares de familias caminan a sus tierras de origen y lo hacen por las carreteras, lo hacen para no contagiarse, de una Lima que se convierte en una amenaza para su salud y su subsistencia. 

Ellos tenían en la capital el potencial de una dinámica económica que decae y lejos, en sus lugares propios, el potencial que representa lo suyo, la cercanía de sus familiares, la chacra para el autoconsumo o la ayuda de gente que no son extraños y que son solidarios. Por eso regresan, son migrantes de vuelta, no son caminantes ni paseantes. Nos enfrentamos a un problema humanitario y no a una anécdota noticiosa.

Es también una tragedia. Una mujer carga a su hijo de tres años y lo protege en sus brazos. Lo trajo a Lima para una observación médica, una que su propia tierra no le pudo dar. Lima es, en una sociedad regionalizada, el centro, aquel centro que lo tiene todo. El niño murió en sus brazos en un tramo de carretera. Como esa tragedia, muchas y de tantos. En Huancavélica algunos ciudadanos armados esperan la llegada de sus coterráneos con armas en las manos y no es, precisamente, para darles la bienvenida. Como en Ensayo sobre la ceguera de Saramago, los enfermos o posibles enfermos (hasta que se pruebe lo contrario) son literalmente unos "apestados". Salvaguardar las ciudades evitando el paso o cobijo de los migrantes de retorno no es la salida, es un ingrediente más de esa pesadilla que vivimos en una crónica inenarrable. 

 


Escrito por

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.


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