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Entramos en el pico del COVID-19, pero luego sigue la meseta

Raúl Mendoza Cánepa

“No aspiremos a lo imposible, no sea que por elevarnos sobre la región de la libertad, descendamos a la región de la tiranía.”

-Simón Bolivar

Publicado: 2020-04-30

Un post en Facebook compara estos días que vienen con un vuelo en turbulencia, aunque es complicado encontrar una analogía más cabal. Hemos subido, llegaremos al pico de la pandemia en el Perú, pero no hay que celebrar sino extremar los cuidados. En realidad, no salir es el mejor cuidado y más si es que pretendemos bajar la curva y llegar al nivel de cero contagios. Un relajo podría estirar las cifras y los muertos, sería catastrófico.

Un estudio elaborado por la Universidad de Singapur señala las fechas del fin de la pandemia por cada país y calcula para el Perú una llegada al llano el 31 de julio, pero es solo una estadística fallida y estandarizada que no contempla las singularidades, una de ellas en el Perú es la confluencia en los mercados y los bancos. El estudio no mira la realidad sino que abusa de la matemática pura, de una abstracción. En este caso el cálculo diferencial o la prospectiva matemática sirve de poco si no se acompaña de realidad ¿Es una variable el porcentaje de contagios en un mercado particular en una muestra aleatoria? El mercado de Caquetá en Lima tiene a un 20% de comerciantes como casos positivos de COVID-19. Sometidos a la relativa prueba rápida esa es la resultante, pero la falibilidad podría inducirnos a sospechar que bien podría ser el 30 o 50% 430 puestos fueron cerrados temporalmente. Si consideramos que el público a la semana se cuenta en varios miles (el Mercado Mayorista es visitado por cerca de un millón de personas al mes) ¿Cuántos visitantes deben sumarse y a ellos sus familiares y cercanos? ¿Cuánta gente limpia sus alimentos con lejía al llegar a casa? ¿Cuánto nos daría como porcentaje si el testeo rápido fuera en el Mercado Mayorista? Inimaginable, ¿no?

 ¿Es una variable que novecientos cadetes de la escuela policial han dado positivo en la prueba rápida? Dice una nota: "Los padres de familia indicaron que alrededor de 80% de alumnos está con COVID-19, pero el comandante general de la Policía Nacional indicó que no serían 900 sino 300 los que habrían dado positivo al virus mortal, sin embargo los otros familiares sostienen que dentro de la escuela hay más de 1300 alumnos que no salen desde el inicio de la inmovilización social". Si es un conjunto cerrado e inmovilizado de personas, el contagio no debe ser subestimado en su proporción, puede ser aún mayor.

Primero se debe observar científicamente si es que tocamos pico para estabilizarnos y luego observar cuántas semanas dura la estabilidad en la cumbre-meseta para ver luego el momento en que comenzamos a bajar. Hacer un cálculo es difícil para los matemáticos, más lo es para cualquiera que se haya acercado al tema con asiduidad. Que en mayo o junio concluya la crisis es demasiado optimismo, dado que pese a las gestiones del gobierno, hay elementos fuera de control y uno de ellos es la movilidad de la gente. La nuestra ha sido una semicuarentena "fáctica", valga la ironía. En un país pobre, sin ahorro privado o crédito, 70% informal, es imposible el control social sin una progresiva militarización. Se dice que la mayoría teme más morir de hambre que de la enfermedad, desde luego; pero nada justifica tirarse en turba, el desorden consciente, el caos en los mercados, la extremada cercanía física y la falta de cuidado e higiene, cuando no la falta de consideración con el otro, ese otro que ha seguido las pautas para no ser contagiado y que reclama su derecho a la salud como tú reclamas tu derecho a comer ¿De qué sirve cuidarse al extremo si un necio sin mascarilla tose sobre nuestra cara? ¿Han visto aquella calle de Iquitos congestionada bajo la lluvia, procesión de almas mezcladas? Salir ahora cuando uno o dos de cinco personas en cada grupo que salta a la vista está contagiado y salir ahora en un clima de indisciplina regular, puede ser eventualmente suicida, sino para nosotros para los más vulnerables de la casa. 

Relajar medidas o dejar que muchos salgan (cuando deberían hacerlo las personas que son estrictamente necesarias o para actividades estrictamente necesarias) es reducir el espacio de distancia en la calle y en el transporte. Sin con emergencia hacen turba, ni imaginar en el relajo total.  Relajar medidas podría llevarnos, por tal, a un fin de tempestad al inicio de la primavera si contrastamos la realidad con las curvas más felices e idiotas. 




Escrito por

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.


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