Ser republicano en el Perú
Raúl Mendoza Cánepa
“Nadie hace bien lo que no sabe; por consiguiente nunca se hará República con gente ignorante, sea cual fuere el plan que se adopte.”
Últimamente se usa el término "republicano" para definir posiciones de izquierda o de derecha. Lo cierto es que el republicanismo es la opción de la cancha igual para todos. Desde luego, significa mejorar las oportunidades de la gente, que es la manera más sostenible de esa igualdad que no niega la libertad sino que se vale de ella.
En el sistema colonial y, más, medieval, hay títulos y jerarquías y, sobre todo, el destino de las personas está previamente establecido. Se sabe que alguien que nació en cuna de oro, morirá en cama de oro. En el republicanismo, el sistema educativo y legal abre el campo, iguala las oportunidades para que todo aquel que tenga un sueño lo cumpla. Por tanto hay dos ejes de política: romper los diques y obstáculos que impiden o ralentizan la acción privada y mejorar tanto como democratizar la educación de la gente.
Formar talentos, que todos respondan igual por la educación, es la mejor forma de igualar la cancha. Es tangible las diferencias educativas cuando se asiste a la medida del conocimiento de un joven universitario de una universidad empresa y una de aquellas rigurosas universidades de antaño. La escuela lo define todo.
En una sociedad republicana, por tanto lo que importa (más allá de la inversión pública eficiente) es la inversión privada en todo nivel y la calidad de la educación, garantizadas por un Estado pequeño, fuerte, eficaz y que impone el orden frente a lo que amenace a los individuos o sus empresas. Libertad y competitividad individual en un sistema sin privilegios, de eso se trata todo.