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Devorar, procesar, volcar

Raúl Mendoza Cánepa

"Su experiencia, como tantas veces sucede, le hizo desconocer la verdad"

-Anatole France

Publicado: 2019-07-09

La vida de un intelectual es observar atentamente la realidad. Escuchar a otros, leer, asistir a cuanto drama se nos presente, "estar". Estar no es solo ubicarse, es asimilar. Devorar el mundo o en frase de Neruda, "comerse la tierra y tomarse el mar", es tragar la vida con la boca bien abierta para digerir el conocimiento.

Digerir es procesar lo que se ha "tomado del mundo". Por eso, no toda vida experimentada es una vida sabia, la sabiduría se inicia en la acción de procesar, que es analizar, comprender las causas, entender los procesos psicológicos, lograr analogías...Un hombre de noventa años puede ser un necio bien experimentado si nunca procesó y procesar es el único trabajo de los intelectuales.

Procesar sin volcar es un proceso a medias, no es productivo, es fabricar en serie para guardar en el almacén, es sembrar para cultivar y condenar la cosecha a la podredumbre en un arenal. De allí que todo intelectual quiera ser escuchado o leído. 

La muerte del intelectual es la no edición, no hallar un público, no tener una plataforma virtual, impresa o, acaso, una cátedra. Lo suyo no es la soledad, como muchos creen, sino la audiencia, el público. 

La aspiración del intelectual no es ser querido o ganar la popularidad que aclama entre ruidos, es la honestidad para ser creído, no querido. 

Menudo trabajo en un mundo en el que quienes no experimentan ni procesan son influencers y donde la belleza tiene todas las de ganar.


Escrito por

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.


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