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Cuando el periodismo no es periodismo

Raúl Mendoza Cánepa

“Más que adaptarnos a la realidad, adaptamos la realidad a nuestras creencias. Para ello podemos llegar a rechazar los hechos y los datos. Lo llamamos disonancia cognitiva”

-David Redoli

Publicado: 2019-06-21

Un periodista escribe sobre la posverdad en las redes y minutos después hace una imputación falsa, difama, y como en toda difamación hay si no una mentira flagrante, al menos un flagrante juego de posverdad.

¿Qué es la posverdad? No es opinar, todos tenemos una visión del mundo y el derecho de exponerla. La posverdad no se trata de dar ideas sino de falsear hechos. Falsean hechos no solo los aficionados de las redes que se suman a la mancha bruta que repite lo que escuchó, también lo hacen los periodistas profesionales cuando mienten sobre hechos para fortalecer sus opiniones respecto a un punto en particular. He leído esas mentiras no solo en las columnas de los directores de algunos medios sino en el contenido transversal de su diario, donde para fundamentar una posición previa, se falsea un hecho, se descontextualiza o se presenta incompleto para formar la opinión de la gente.

Si eso es dirigir un diario, mejor fuera que los capitanes de abordo se dedicarán a ser jaladores de tienda porque el periodismo es un asunto serio, es precisamente la alternativa a las corrientes de bárbaros que informan desde las redes cualquier cosa. Si es un hecho objetivo que algunos militares se colocaron un delantal rosado, no se puede discutir. Vulneraron normas propias que no se pueden soslayar, pero lo que pensemos al respecto es opinión. Un columnista o director puede decir lo que le venga en gana y confrontar. No hay una posición validada por Dios. Rosado o no, honor o deshonor, es un tema que sirve para el cuadrilatero de las discusiones.

Sin embargo, las más grandes mentiras se juegan en el terreno de las encuestas o las estadísticas. Si el medio asume una posición definida respecto al impacto de los crímenes contra las mujeres en la sociedad y recoge solo una fracción de la estadística para el titular, podría decir que se vive en una sociedad de feminicidas o que todos los hombres violan. En la hipótesis, cada año los hombres matan en el Perú a mil hombres y a doscientas mujeres, pero se sustrae solo el primer dato, entonces resulta llamativo y se fortalece la idea que se busca internalizar. En los hechos cada año mil doscientas personas mueren asesinadas. Tampoco se desagrega para saber cuántas mujeres matan mujeres y cuántas mujeres matan hombres. De las estadísticas que recuerdo, desde luego, la gran mayoría de crímenes los cometen hombres, pero esa podría ser la noticia. Hay una diferencia entre decir sobre el número de mujeres asesinadas por hombres como dato central (en el global resulta ser una minoría) que decir que potencialmente el hombre es más dado a matar personas que las mujeres. Cuando se altera la importancia de la data, se descontextualiza, lo peor es que muchas veces se descontextualiza para reforzar una idea que, podría ser o no ser perniciosa.

Hay periodistas que enfatizan en la figura de un político y todo lo malo recae en este en cada edición, casi como una obsesión. La obsesión y la mentira se suelen hermanar. Se atribuye a algún político hasta lo que no es y las portadas que el común lee en el kiosko persuadirá al desavisado lector de paso de una mentira o verdad a medias, que no es sino una campaña para hundir a un congresista, a un ministro o a un presidente, incluso cuando media un interés del Diario o una animadversión personal del director.

El periodismo se hunde porque se torna innecesario cuando no es objetivo, cuando no es ciencia de hechos. Más divertido resultará a las finales vivir de una dulce mentira que las redes bárbaras (o tan idiotas como Umberto Eco las señalaba) se encargan de expandir como un mito. No serán finalmente ni Facebook ni Twitter los que se encarguen de destruir al periodismo, serán los dueños o directores de medios. 


Escrito por

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.


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