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Motivos para avergonzarse

Raúl Mendoza Cánepa

“No te avergüences de ninguna pregunta, si es sincera. Generalmente son las respuestas las más acreedoras de vergüenza.”

-Mario Benedetti

Publicado: 2019-06-19

Nunca confesaría y ahora lo hago que mi mayor aspiración fue ocupar un escaño o dirigir un Diario. Hay diferencias entre una y otra. La primera como una misión, la segunda como aquel anhelo que ya se manifestaba cuando fundé un periódico mural en Letras de la PUCP, al que llamamos "Punto Aparte". Lo dirigí como me hubiera gustado dirigir algún tabloide, aunque no llegué sino a columnista. No alcanzar un sueño no es una vergüenza, pero lo es saber cuan distante quedó y cuánto lo merecías cuando creías tener la fórmula de "salvación" de ese medio al que tanto querías, pero que se va en picada y vive de aletazos por la publicidad estatal.

Segundo motivo para avergonzarse es perder el empleo y yo lo perdí cuando trabajé en el staff de un Diario grande y el director (sin razón alguna o por una que creo saber...) decidió despedirme. Quedarse sin trabajo es una de las peores cosas que le pueden pasar a cualquiera. Te roba la dignidad, te aniquila si vas por los cuarenta y poco más, te lleva a la calle a oxigenar tu depresión y te vierte en una vorágine de angustia por lo que tu familia se llevará a la boca o por lo que vendrá después. Te humillas, pides, ruegas, te humillan, te burlan, descubres las espaldas de tus amigos y sus verdaderos rostros. Nada más penoso y vergonzante, porque sí reparas que el cliché de la dignidad y el trabajo es más que un cliché y que a nadie le importas una mierda hasta que alcanzas un cargo.

Tener cuarenta y cinco años y seguir avanzando para ya no ser un príncipe azul sino un viejo verde. En términos más serios, bordear los cincuenta te margina, te coloca al borde del vertedero social. Cuando se mofan de la edad de un sujeto que puede ser mi padre, un setentón u octogenario, asumo que es la mofa más idiota porque la edad se respeta y se venera. No es que no hayan ancianos necios, que sí los hay; pero la vejez es una caricatura de la juventud, una tragedia como lo sería igual no llegar a ella. Alguna razón existe, de todos modos, para bajarme tres o cuatro años cuando me preguntan.

Tercer motivo para avergonzarse es confesar la ideología propia en una sociedad lapidaria, sectaria, zoológica, bruta y en la que debo adherirme a la mayoría...pero ese es un tema que abordaré después.


Escrito por

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.


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