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La ansiedad y tú

Raúl Mendoza Cánepa

"No temas ni a la prisión, ni a la pobreza, ni a la muerte. Teme al miedo".

-Giacomo Leopardi

Publicado: 2019-06-07

Millones de personas en el mundo padecen de ansiedad y más al fondo sufren los que son asaltados a menudo por los ataques de pánico. Ocurre cuando no hay un peligro objetivo, cuando no hay nada de que temer. Son ciertas situaciones que alertan con falsedad al sujeto que no debe rondar el décimo piso ni introducirse en el ascensor ni bajar al sótano.

Muchos psicólogos examinan el trastorno a partir de situaciones pasadas del paciente, eventos que por no ser racionalmente procesados llevan al miedo extremo, tornándolo a veces en insuperable. Las fobias, el miedo a volar, el miedo arrebatador a hablar en público. Si evaluamos, siempre detrás del fenómeno se esconde el temor a las consecuencias. Toda ansiedad nos revela cuan mal nos llevamos con las consecuencias de todo. Por ejemplo, quien teme hablar en público no le teme al público sino a lo que él ve como una gran posibilidad del ridículo, de la incoherencia, de la mente en blanco. Igual ocurre con quien se sube a un avión o a un ascensor o al décimo piso de un edificio. Los síntomas varían, pero la constante es el calambre y la respiración agitada. 

El miedo a las consecuencias de todo indica cuan mal nos llevamos con el presente, cómo desperdiciamos la oportunidad de vivir el instante con una atención plena. Sin embargo, el temor a las consecuencias de todo nos llama a asumir que la ansiedad no es más que la creencia que hemos perdido el control ¿Qué siente cuando se cierra la escotilla del avión? Desde allí, el dominio ya no es de usted, es del piloto, otro ser humano que por humano, no le inspira la confianza que sí le inspiraría un genuino Dios.

El presente es nuestro, pero no lo es aquello que puede sobrevenir y sobre lo que no tiene el control: una enfermedad, un terremoto que nos alcance pisos arriba, una avería en el ascensor o en el avión y, finalmente, la muerte. La ansiedad, así, comienza a parecerse a otra cosa; ya no es el miedo a secas, sino el proceso que nos conduce a considerar erróneamente el futuro como una fatalidad sobre la que no ejercemos ningún control.

Falta de control o de dominio de las situaciones de la vida, allí el gran dilema a resolver en el interior de uno mismo. Entendamos así que la ansiedad es la creencia en la falta de poder que se cura con lo contrario, es la conciencia del déficit de poder que se sana solo con la convicción o internalización falsa de que, en realidad, sí tenemos ese poder. Piensa mientras cruzas el pasadizo del décimo piso que eres Mussolini...Ironía al margen, si no es el dominio será la resignación serena y la aceptación plena lo que deba guiarnos en el camino azaroso de la vida.




Escrito por

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.


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