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La esencia de un sanmarquino

Por: Eddie Cóndor Chuquiruna (abogado y analista político)

Ilustró a varios de los principales líderes gestores de nuestra independencia y, hasta los 80 y años más, formó a la mayoría de personajes que aportaron, desde el Perú para el Mundo, al desarrollo de las ciencias jurídicas, políticas, económicas, sociales, literiarias, etc..

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Publicado: 2019-05-14


La cuatricentenaria Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1551), la “Universidad de Perú y Decana de América”, fue anterior a nuestros Estados y, en sus más de cuatro siglos y medio de fecunda vida, desde sus aulas y desde fuera de ella -a través de sus egresados- se gestó y configuró la República que hoy tenemos.

También fue actor clave y relevante de cada hecho hito de nuestra historia. Ilustró a varios de los principales líderes gestores de nuestra independencia y, hasta los 80 y años más, formó a la mayoría de personajes que aportaron, desde el Perú para el Mundo, al desarrollo de las ciencias jurídicas, políticas, económicas, sociales, literiarias, etc..

San Marcos fue “tradición”, “prestigio”, “calidad”, “selectividad”, pero también espíritu contestatario. Aun me tocó vivirlo, en los 80, desde sociología en la Facultad de Ciencias Sociales y desde Derecho y Ciencia Políticas; y pese a los acechos del terrorismo senderista lo disfruté. No obstante, algo pasó, algo falló, porque -ahora- como en algunas universidades de la Región, sólo existen, ya no suman, poco cuentan. Siento que mi San Marcos, se ha vuelto indiferente y que ha perdido fuerza de interpelación frente al abuso y la arbitrariedad y otros problemas nacionales.

Radiografías de esta triste y cuestionable realidad, existen varias. En el siglo pasado, hubiese sido impensable que mafias corruptas y corruptoras como las “fujimontesinista” o “alanista”, operen impunemente controlando a sectores clave del Poder Judicial, Ministerio Público, Congreso y otras instituciones contraloras de la acción del Estado y que los sanmarquinos no les salgan al frente en las calles. Lo constaté -personalmente- durante las movilizaciones sociales de diciembre de 2018 y enero de 2019 en Lima que demandaban la salida del entonces Fiscal de la Nación Pedro Chávarry. A lo mejor porque era vacación. También lo percibo y con doble pesar, cada día, en la interacción con “amigos” de distintas carreras, por medio de redes sociales, a los que percibo sólo les queda reflejos para organizar festejos y una que otra ayuda solidaria; pues poco o nada opinan de, entre otros temas, la corrupción y el declive institucional que cada vez nos acerca más a una caricatura de democracia.

Soy consciente de que mi mirada de la realidad, de la relación de los sanmarquinos y nuestro Perú, los alejará de ni aún más, y asumo -estoicamente- los costos, porque para un sanmarquino nuestro país y la familia son prioridad, luego lo demás. Caminan en paralelo estos supremos intereses, no divorciados. Nos formamos a partir del conocimiento y la comprensión de lo que significa ser peruano y muchos dejamos las aulas amando la diversidad y multiculturalidad de nuestro Perú; pero no en la retórica sino en los actos, en acciones concretas.

Un verdadero sanmarquino es digno, no calla y sólo le teme a la ira de sus dioses. Un genuino sanmarquino observa, lee y ha aprendido a escuchar y además tiene voz y opinión propia; jamás es caja de resonancia de políticos y empresarios mediocres y con espíritu fenicio. Un auténtico sanmarquino se actualiza permanentemente, tiene cultura del trabajo, vocación de servicio y evita hacerse una carga burocrática. Un sanmarquino con esencia es respetuoso de las reglas de juego justas, jamás acepta forma alguna de abuso de poder y busca ser referente en valores y principios que hacen a una vida en democracia. Un sanmarquino tiene visión de país y es humilde porque es reflejo de todas las sangres de costa sierra y selva; y -algo medular en la vida- jamás censura ni limita la libre expresión, pues siempre está preparado para el debate autocrítico y constructivo.

Así como nunca es tarde para volver a empezar, nunca lo es para regresar a una vida digna, una vida consagrada a nuestra familia y al Perú; aquel que decimos amar.

¡Feliz aniversario 468 amada San Marcos! Te abrazo con fervor y agradecimiento desde el Sur.


Escrito por

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.


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