No es políticamente correcto hablar mal de tu tierra y tampoco lo es hablar mal de la tierra que te acogió. César Vallejo murió en París "huyendo del Perú", sostenido apenas allá, encarcelado antes aquí, vilipendiado, abandonado...
el otro vallejo

Hay otro apellido similar que nació en Colombia, pero que eligió a México para su adopción. Fernando Vallejo, que dijo alguna vez (aunque luego reconciliado y muchas veces fallido): "La mala patria que me cupó en suerte, acabó con mis sueños de cineasta”, “Cuantas veces me ha podido atropellar Colombia me atropelló” ¿Le parece familiar? Quizás esté pensando en las veces que usted mismo fue aplastado, herido o excluido en el Perú; en el momento preciso aquel que pensó en abordar un avión para abastecerse del éxito negado lejos de su propia ciudad, cuando "volver" no era una palabra en su diccionario,  apenas sí una canción populachera de Pedro Suárez Vértiz, solo para esos patriotas lejanos que ya no sufren el Perú.

Arguedas no se suicidó por una pensión en la Agraria, lo hizo porque le dolía el Perú y Arguedas fue Arguedas, tanto que hoy escribo sobre él pese a que murió antes de que yo viera la luz. Imagínese a aquellos que ni siquiera puedo nombrar porque el Perú los tapó, los acalló, los ninguneó, los apagó en la primera chispa, los desmoralizó en su primera ilusión... 

La patria la celebramos, la lloramos en el avión que parte y que se nos parte, pero...de pronto pensamos en lo mal que nos trató, en los logros que nos quiso arrebatar o nos arrebató, en la hipocresía y la mezquindad de unos que se llevan las loas que la virtud no ganó y en los vicios de un país donde el raje es una forma atrincherada de dañar estando a salvo.

Tras recibir un maltrato en Colombia, el colombiano Vallejo escribió: " Nadie en Colombia, ni una sola persona, levantó su voz para protestar por el atropello, que no era solo a mí sino al sueño de todos los cineastas colombianos, quienes por lo demás, sea dicho de paso, también guardaron silencio". Este Vallejo, no el nuestro, se hizo mexicano. No había traicionado a su patria, esta lo había traicionado a él ¿Qué es el silencio y la complicidad sino una traición?

Cuando un policía municipal le arranca la carretilla a un vendedor de jugos;cuando el odio se ha convertido en una forma de hacer política; cuando te cierran las puertas, te dan la espalda, te arrebatan el sueño; te toman solo para jugar, masticarte como una goma y echarte al trasto con tu costal y tu carga, entonces ser peruano se convierte en una frase, una concatenación de vocablos, una idea, un cliché. No se ama una abstracción, un paisaje o una memoria, se ama la tierra más por los que están alrededor que por sus escenarios (válgame Dios de amarla por sus gobiernos)...

Vivir el Perú o vivir en el Perú es solo el contrasentido de amarlo, sufriéndolo cotidianamente.