La adaptación es un proceso natural de inserción en climas extraños. Las personas se adaptan progresivamente a sus empleos, a sus parejas, a las nuevas amistades, al exilio...En ese proceloso inicial camino se consolida el aprendizaje, pues nadie nace ni empieza sabiendo, aún con los mejores pergaminos.
aprender en el mando

Recuerdo que me contaban alguna vez de un jefe editorial de un área dentro de un medio que dijo "estoy aprendiendo". Es natural que así sea, mientras que tenga las dotes para luego ejercer el cargo con maestría y agilidad. Lo que sí, nunca debe decirlo delante de sus "subordinados" porque la autoridad se pierde con la ligereza y los colaboradores no deben asumir que saben más ni escalar sobre la coronilla del rey. 

Sin embargo, nada de extraño hay en que hasta el más avisado, el más hábil o el mejor pase por ese proceso de inducción hasta aminorar las fallas. El tiempo que dura la adaptación es variable, depende de los errores que saltan a la vista. Desde luego, equivocarse también puede ser fatal. Más aún, un solo error puede significar el cese y el fracaso total si es que se asume que la eficacia es un valor supremo desde el inicio y que los seres humanos existen muy por encima de la posibilidad de errar. 

La adaptación es animal, es natural a cualquier especie, es la búsqueda de la línea correcta que solo se conoce al comenzar el camino. La idea es que quien la hace a una actividad deje de equivocarse o aminore esa posibilidad, pese a la fragilidad de su propia humanidad. O quizás alguien pueda saltar frente a estas letras para decir soberanamente que nunca se equivocó. Lo hace a menudo el que opina, lo hace el gobernante y el científico, lo hace el médico (tema sensible), lo hace el conductor de un vehículo y lo hace el más sabio de entre los hombres. La perfección de inicio no existe, y si observamos bien, aun en lo que salta como eficiente hay un resquicio de duda o ambigüedad que nos debe detener.

Se aprende siempre, aprenden los que enseñan (tremenda paradoja, si es que lo es) y aprende como se equivoca el que reprende y corrige. La tolerancia tiene un límite, sí, quizás también la paciencia; pero la comprensión es inabarcable.