Cuando recorro la ciudad, observo todas las casas en sus detalles e imagino sus dramas interiores, los gritos que en la penumbra espantaron a los vecinos. Imagino los miedos y las turbas de ánimo, los adioses, las memorias. Cada casa es una historia y lo es más aquella dentro de la que discurrieron generaciones que amaron, odiaron, soñaron y murieron.
el amor y lo sueños

Hace muchos años y con el mismo hábito recorría Lima atisbando las ventanas, porque cada interior me ofrece una historia, que aunque no deba descubrir, puedo imaginar. En aquel año y cuando ensayaba un poema inspirado en una frase de Giovanna Pollarolo (de "Entre mujeres solas", como en el título de Pavese, los poetas nos copiamos porque toda la poesía del mundo es solo poesía reunida) pensaba que en cada uno de esos hábitats inexpugnables no solo hay historias hechas o que se suceden sino también historias rotas, sueños que no se realizaron, amores que se quedaron en la calle para no volver, matrimonios ahogados en la repetición de los días o, acaso, la esperanza de un nuevo descubrimiento.  

Por aquel entonces y solo trepando con los ojos por aquellas filas de casas ajenas, derruí matrimonios, construí amores perdidos: 

Tenía que escribirte ese gran poema a su debido tiempo.

Me casé,

Tengo un jardín con pileta,

una mujer,

unas fotografías

que cuelgan en un pasadizo.

Construí una casita con patio

para que correteen los niños

en una calle extensa,

tanto como si se la tragara una boca

al filo de la última casa.

A las cinco sorbemos el té

Y hablamos de los hijos

de lo rápido que crecen

Y a veces también de los buenos tiempos.

Bebemos,

Ella no sabe beber.

Ya no escribo.

No se me es perdonable,

ese gran poema que siempre soñaste

cuando juntos sopesábamos planes

finalmente irresueltos.

Eso es todo.

Tengo un sillón, un relicario, un reloj de armario.

Hago el amor sin ganas a media tarde.

Beso a mi mujer con el desayuno en la boca

Enterré cinco perros

y río todo el día como un idiota.

A veces pienso

que tú también tienes un sillón,

un relicario y un reloj de armario

y que haces el amor sin ganas

a media tarde.

Tenía que escribirte ese gran poema a su debido tiempo

...pero me casé

y tengo un jardín con pileta.