No me tienta escribir sobre los tiempos de la violencia terrorista (al menos en la novela) ni elaborar una autoficción narcisista o victimista, tampoco me llama el regionalismo que gana premios sino ser un auténtico escritor, pero para serlo se tiene que tener amigos porque es ley que el nombre vale más que la obra. Si tengo un par de amigos escritores, lo son sin ser íntimos, los he visto poco y no tocan los lindes de las editoras transnacionales. Ser un marginal en la literatura es caminar sin apoyos, sin mecenas, sin compadres y, a veces, sin dinero para la autoedición, ¿autoedición? Opción en la que el menudeo gana, los canales de distribución son estrechos y en el que la difusión es un desafío idiota.
ser escritor

En Perú, al menos, lo importante es salir en la foto. Cuatro escritores que asumen quedarán en la historia retratándose con pares que cree que quedarán en la historia. Si es tomarse una foto con el escritor mayor, hacerse un lugar, abrazarlo, salir de costado, mostrar la nariz, el ojo...Gol.

Si sirve como segunda, auparse a un gran medio, que con las grandes transnacionales de la edición hacen de maquinaria para engrandecer al autor. Poco añade si su obra no da para más, si es mediana o es bazofia, existir es "ser parte", no ser un marginal, chupar, rajar, salir abrazados en los retratos, hacer relaciones públicas, ir de feria en feria y ocupar gracias a un amigo de medios algún breve espacio que, se asume, te dará la inmortalidad.

Ganar premios importa menos que ser parte de una cofradía, que firmar manifiestos, que forjarse un nombre aunque no te hayan leído. No la haces si como anónimo un jurado también anónimo firma que tu obra es la mejor, sino cuando ruegas a un periodista que te de el membrete de ganador en un premio que se concede por votación de los lectores (del medio, no de la obra) o cuando el medio te designa como el mejor de tu categoría con más votos que lectores (vamos, si en el Perú ser blogger te da más lectoría que ser novelista).

La realidad es que si quieres ser escritor, tu novela, tu poemario, interesan menos que tu nombre o tus cercanías. Te ganarás odios, envidias, hablarán a tus espaldas, te quitarán la masa (serás invisible) y, por último, quizás con tus méritos des a morir a una tumba sin nombre. 

No leas a Faulkner ni a Artl (que decía que era considerado un mal escritor), lee "Cómo ganar amigos", de Dale Carnegie o, por último, no pierdas el tiempo en las letras. Algún día, manuscrito abierto, tus hijos te leerán.