Las redes sociales, incluyendo You Tube y todas las plataformas que le dan tribuna a la mayoría, son, desde luego democráticas; pero no consolidan el periodismo ni la literatura ni la filosofía ni anidan la verdad.
se necesita más periodismo

Quien navegue con la intención de encontrar la verdad o aquello que se aproxime a ella, tropezará con una legión prestando sus ideas y su tiempo a la superstición, la mentira, la ligereza y la necedad. Internet permite que todos seamos periodistas, poetas, historiadores, metafísicos, filósofos. No es que la verdad merezca una elite de portavoces, pero en un tiempo en el que el papel ha entrado en crisis, la masa parece dominar a su gusto el estrecho territorio de la verdad.

Las falsas noticias, las aproximaciones apuradas y la desinformación empiezan a reemplazar al periodismo serio y al rigor de la investigación. Ya no es necesario acercarse a los hechos, interrogar, contrastar, razonar y atar cabos. El objetivo de las redes sociales y toda la plataforma digital es la aprobación. A más likes, más éxito y mayor satisfacción. El impacto se torna en más importante que la verdad. Ya no interesa ser veraz sino "llegar", tener rebote, sumar lecturas. El periodista clásico se dedicaba a investigar e informar, no lo hacía en la búsqueda de un lector, este era la añadidura natural de un buen trabajo de indagación. La veracidad era un fin, nunca un medio. Las redes cambiaron la percepción del periodismo.

 Millones de periodistas ciudadanos se atribuyen la misión de "decir la verdad" y la dicen, desgarrandola o deformandola con la emoción, la "toma de partido", la indignación o el sensacionalismo como eje de su actividad. No es que la prensa de papel haya sido ajena al sensacionalismo, de hecho una buena parte del éxito del impreso se debe a la capacidad de "llamar la atención". Desde William Randolph Hearst el amarillismo ha sido un gancho y lo fue "Última Hora" en el Perú, cuando Raúl Villarán utilizó el argot y el enganche noticioso como herramientas de ventas. No, nos referimos al periodismo de verdad, sino a ese que embandera la veracidad como razón. Solo la veracidad construye al periodismo, lo demás es apenas mala literatura.

Decimos "periodismo de papel" como una fórmula que expresa más y que puede abarcar al periodismo digital (ese que no juega sino que practica el oficio), el periodismo serio que es riguroso con los hechos y plural en la opinión.El compromiso con la verdad no debe alejar al diario de aquellos temas cuya verdad es controvertible o aparentemente inasible, pero cuyas conclusiones se pueden delegar al lector. 

Si bien es visible la crisis mundial del periodismo impreso, he de asumir que las aguas volverán a su nivel cuando se sepa sintonizar con la sed de verdad y el entusiasmo que la gente tiene por la novedad, que es precisamente el rasgo esencial de las redes. Mas, la verdad no es lo que impresiona o exalta, la verdad es lo que es. Verum id est quod est, decía San Agustín. Y así sea.

Antonio Martinez en www.elmanifiesto.com recomienda con razón a los periódicos de papel, aggiornarse y conectar. Aquí sus sugerencias:


"-La mayor cantidad posible de información con bajo grado de entropía, es decir, que supere el plano de los datos y vaya al fondo o meollo de las cosas, para mostrar la cara oculta de éstas. Además, y como sabemos, es esencial que el periódico, más que informarnos sobre hechos, nos cuente historias organizando esos hechos en un relato sugestivo y veraz. 

-Una línea editorial inconformista y arriesgada. No se trata de llamar la atención como sea, sino de buscar un punto de vista lo más original, independiente e interesante posible, para enfocar desde él los múltiples fenómenos que aparecen en la incesante corriente de la actualidad. Por la misma razón, el genuino periodismo de investigación constituye una exigencia irrenunciable para cualquier medio que aspire a no caer en una triste previsibilidad.

-Una particular atención a la dimensión visual del periódico, a las imágenes que aparecen en él. Por supuesto, esto ya se hace hoy; pero creo que hay aquí mucho margen de mejora, en cuanto a contenido de las fotos, compartimentación y distribución de espacios etc.

-Una variedad de contenidos conscientemente buscada, con arreglo a un plan previo. Así, por ejemplo, además de las secciones habituales -política, economía, sociedad, ciencia, cultura, deporte-, a lo largo de una semana deberían incluirse noticias y reportajes sobre temas como:.. religiones, ufología y fenómenos paranormales, sucesos ... En realidad, un periódico debería ser un híbrido entre periódico y revista. Ya lo es hoy en parte, pero creo que mucho menos de lo que podría serlo. Vivimos rodeados por realidades fascinantes de las que sabemos muy poco, y que con frecuencia son muy próximas. 

-Artículos panorámicos, semejantes a los de Guy Sorman en ABC -con cuya postura ideológica no hay por qué coincidir-. Tras el 11 de septiembre de 2001, los grandes periódicos occidentales se llenaron de reportajes y artículos relativos al conflicto entre Occidente y el Islam. Fukuyama y Huntington eran citados por doquier. André Glucksmann daba su interpretación a lo “Dostoievski en Manhattan”, y Gilles Kepel ofrecía su solvente conocimiento del universo musulmán. Comparecían también de vez en cuando Nietzsche y Spengler. Supimos de la secta de los asesinos y del Viejo de La Montaña, y de tantas otras cosas más. Pues bien: este tipo de análisis y contenidos debe ser una exigencia permanente. La metahistoria a lo Jünger, incluso a lo Guènon, tiene mucho que aportar a la comprensión de una época que justamente ha perdido la capacidad de comprenderse a sí misma. Recordamos aquí algunas terceras de ABC de los años noventa -así, de Vaclav Havel-, o un artículo de Eugenio Trías sobre Nostradamus en El País, también de esa época. Creo que, si queremos que el debate público sea realmente fértil, no podemos permitirnos prescindir de posturas tan heterodoxas como, y por ello, potencialmente valiosas.

-Una dimensión abierta al mundo de la información alternativa, incluso “conspiranoica”, separando el grano de la paja y no limitándose simplemente a desacreditar por principio todo lo que proviene de los medios no convencionales de Internet. Si un periódico quiere ser hoy interesante y atractivo, tiene que enfrentarse valerosamente al mundo de los rumores y supuestas o reales fake news, con la prudencia debida y dando a cada noticia o hecho el grado de credibilidad que merezca.

-Un equipo de articulistas lo más solvente posible (...)Un periódico debe aspirar a que haya lectores que esperen impacientes cada mañana la nueva entrega de su articulista o columnista favorito".