Presentamos a continuación un artículo de nuestro columnista invitado de esta semana.
El costo de la corrupción


CORRUPTOS DEL PERU: LOS CRIMINALES QUE NO SE OCULTAN

Enver Figueroa*

El Perú tiene un récord que debería llenarnos de vergüenza y llevarnos a una profunda reflexión: los últimos 5 presidentes están en severos líos con la justicia por crímenes que van desde la recepción de sobornos hasta el genocidio. Dos de ellos resultaron encarcelados, uno está prófugo y con pedido de extradición, y otros dos están sometidos a investigación fiscal. Además de ello, hay varios alcaldes y ex-alcaldes, gobernadores y ex–presidentes regionales, así como ex-congresistas, y ex–miembros de consejos regionales y locales en procesos judiciales o tras las rejas ya, amén de miles de funcionarios no electos en similares condiciones.

La evidencia de que el Estado peruano es un botín para el cual personas inescrupulosas y corruptas se organizan con el fin de saquearlo, es abrumadora. Ojo, no es que quienes llegan al poder se vuelven codiciosos y sucumben a la seducción de los recursos públicos. No nos engañemos. Son éstas personas quienes se organizan, crean agrupaciones políticas, invierten en comprar kits electorales y movilizar recolectores de firmas, realizan campañas publicitarias en los medios y las redes sociales, entre muchas otras cosas. Todo con el fin de tener una cuota de poder que les garantice recuperar con creces su inversión a través de la coima por alguna contratación del Estado en la que puedan influir.

Y con un presupuesto público de 50 mil millones de dólares, más del doble de lo que era hace 10 años, del cual aproximadamente 20 mil millones de dólares son para compra de bienes y servicios o inversiones, el Estado representa un botín bastante apetecible. Si la popular y ampliamente aceptada regla del “10 por ciento” aplica más o menos como una medida de la pérdida de recursos en corrupción, tendríamos que éstos grupos organizados para saquear las arcas públicas esperan llevarse unos 2 mil millones de dólares por año, lo suficiente para mandarse a hacer dos carreteras IIRSA para sí mismos. Visto desde el lado de la sociedad, las expectativas de éstos grupos de corruptos equivalen a que no se hagan 100 escuelas, 20 hospitales, 10 mil kilómetros de pistas que si se necesitan, 15 sistemas de agua y saneamiento, etc.

Lo más sorprendente de todo es que éstas agrupaciones delictivas no se esconden, no usan máscaras. Todo lo contrario, se promocionan, se muestran como nuestros líderes y como los más decentes y preparados para dirigirnos hacia un futuro mejor, son los “equipos de lujo” que juran llevarnos al tan esquivo desarrollo. Y lo peor es que los peruanos les permitimos llegar a hacer lo que al final sabemos que quieren hacer. Les abrimos con nuestros votos las arcas públicas e hipotecamos nuestro bienestar a cambio de promesas vacías o de polos baratos.

Martín Vizcarra es alguien que no conozco y, por ello no tiene por qué merecer mi confianza, sobre todo si llegó al poder de la mano de personaje tan corrupto. Como yo, la mayoría de peruanos desconfían. Para que esa percepción cambie y se gane la confianza de la gente, debe realizar gestos auténticos de que su equipo de administración del país no sigue la misma lógica que los grupos políticos tradicionalmente vienen mostrando. Caminos para hacer ello hay. Lo que no se sabe es si hay voluntad de recorrerlos, ni cuánta. Para empezar, su gabinete debe mostrar personalidades cuya vida se haya distinguido por la honestidad y la decencia. Luego, debe impulsar las reformas indispensables para que el botín público sea difícil de saquear, como la reforma electoral, entre otras. No es buena idea perder el tiempo en visitar colegios u hospitales porque allí no están los verdaderos problemas. Elija bien señor Vizcarra, solo así podrá ganarse algo de la confianza que necesita para gobernar.

Enver Figueroa Bazán. MPA | MPP | Economist. QA, ​​P olicymaking & Behavioral Economics