En el Perú, por desgracia, el grueso de las pequeñas y medianas empresas está condenado a fracasar en el corto y mediano plazo. Las razones son diversas y, desde luego, incluyen la cultura de la improvisación, donde un plan de negocios es una rareza. Las otras explicaciones se reducen a una sola: en nuestro país el Estado es el enemigo de las empresas. Es probable que en poco tiempo, tu local, tu bodega, tu taller sea visitado y cerrado por la Sunat, la municipalidad...
es costoso emprender 

La legalidad genera costos y las entidades estatales van por ese camino. Es como si una de las funciones del Estado fuera entrampar el emprendimiento. En el Perú, retirar el monto de tu AFP, recibir una herencia, una liquidación o hasta una lotería puede significar pérdidas notables si tu opción es una inversión. Entonces, todo lo que fue una ilusión deviene en ruina. El Estado asume que el control es más importante que la orientación y los municipios rondan los negocios para detectar cualquier falla que implique fiscalización y cierre, cuando serían útiles formando a las Mypes, asesorando en planes de negocios, instruyendo en la adecuada gestión del servicio. Informar al público qué tiendas, restaurantes y demás son seguros es mejor que el trabajo policíaco. Cuando un municipal ronda a una tienda, requisa un carrito sanguchero o cuando la Sunat pone el lente en el pequeño negociante para expoliarlo, la impresión es que la guerra entre el Estado y el ciudadano ha sido declarada.

Aunque es otro tema, vale decir que los costos laborales en el Perú son altos, tanto que una persona puede tener una perspectiva distinta cuando es empleado (y es minoría) que cuando es desempleado y es mayoría. Las empresas deben sobrevivir al Estado, pero también a los altos costos de contratar trabajadores (sumando la decisión del gobierno de incrementar el sueldo mínimo cuando las empresas venden y producen menos que hace tres años).

Quizás quien lea este post mientras busca un empleo, sepa lo difícil que es lograr ser contratado en un entorno en el que por factores legales su costo es elevado. El desempleado se torna en una carga potencial por lo que la mayor oferta solo la podrá encontrar al margen de la formalidad o no encontrarla nunca.

La riqueza de las naciones solo se produce en un entorno de libertad, donde fracasar en producir y vender solo puede ser consecuencia de la  poca eficiencia, nunca de la legislación.