Cada año las compras electrónicas se incrementan, especialmente en retail. Ya hay quienes creen que en un futuro mediato los grandes almacenes darán paso al e-commerce y que el negocio del futuro será el transporte de mercadería. En el mundo de los libros y de la prensa podría ocurrir algo similar, pero con previsibles consecuencias.
vida electrónica

Imaginar el futuro no es un ejercicio fácil, pero los ensayos nos pueden advertir de sus posibilidades. Actualmente, para ser un escritor reconocido se debe tener buena pluma...En realidad, no siempre. A veces sirven los grandes contactos y habitar la casa excluyente de los favoritos de ciertas editoriales y medios. La literatura no siempre se construye con merito, en ocasiones es la victoria de las relaciones públicas. 

Como sea, los nombres pesan más que las obras y un buen espaldarazo produce mayor relevancia que los premios. Los escritores que no la hacen al buen contacto en una editorial grande, intentan con las independientes. Al final, si de fines crematísticos se trata, nadie vivirá de su literatura. El escritor debe buscar trabajo, porque el que escribe "no trabaja", no la hace a un oficio. Así lo entiende la sociedad en la que vivimos, que no lee, no compra libros y ningunea a los creadores. 

En el mundo virtual, varios escritores se surten mejor que en el mundo real. Amazon y Kobo son las más grandes librerías electrónicas del mundo y algunos que laboran sus obras como hormigas en una suerte de fábrica Dumas de creación semanal, podrán verla mejor en la pantalla (con el balance de sus ganancias) que recibiendo las migajas de una gran editorial por su obra impresa (tarde, mal o nunca). El problema es que ser el autoeditor, carecer de filtros y, crispado, buscarse un dinero en las librerías virtuales, amenaza con destruir a la literatura. La exclusión, los privilegios y, en algunos casos, la desesperación por llegar o sobrevivir contribuyen al cambio. Si llegase el día en que todo corra por esa línea, habrá algunos centenares de escritores que vivan de sus obras...para el desmedro de la literatura. La prisa mata el talento, pero a veces, ¿qué le queda al escritor?

En el periodismo, la aldea virtual supera con creces a la velocidad de los grandes medios. Paquidérmicos y torpes, los periódicos impresos que tienen correlato virtual, han demostrado que lo suyo es la edición en papel, pero que en la pantalla cometen el mismo error que los navegantes más osados, aunque sin la celeridad de estos para informar. Cuando se desea saber de un rumor, la gente recurre al Twitter. Un sismo, un asesinato, todos ingresan por la ancha puerta de la red, estén donde estén y solo desde un pequeño móvil. A diferencia del papel, el teléfono celular ofrece las noticias desde un bus, una peluquería, un restaurante, un bar, una calle, un parque. Interesa poco si es posverdad o no, lo que importa es "saber" o creer que "se sabe a cabalidad". No hay límites, se llama "ubicuidad". Nadie se detiene a buscar el kiosko por el diario impreso. Hace algunas décadas, los medios tenían versiones vespertinas, hoy ya no. Se equivocaron de tiempo.

La tecnología tocará como Midas todo para transformarlo, el viejo sueño de la alquimia con pantalla rotativa y tecnología digital. La literatura, la prensa, el comercio, quizás hasta la medicina, cambiarán; algunas áreas resentirán el cambio y otras lo percibirán como una evolución.

Los tiempos nuevos ya se han iniciado.