Aunque muchas veces he referido la hazaña de Raúl Villarán Pasquel en Última Hora, rescatándola de la quiebra con su buen olfato; existe una mística que todo medio debe conservar, pero esta ve más allá de lo inmediato.
el artículo que hubiera querido escribir

Hace muchos años atrás en el patio de Letras de la PUCP, algunos amigos y este opinante fundaron un periódico mural que generó polémica. Me tocó la dirección, pero opté porque el liberalismo del que hacía gala en las tertulias no fuera el faro de esa publicación, más bien plural y abierta a los amigos de toda filiación y doctrina. Llevado por Popper y Berlín, sabía que la diversidad enriquece y que la dialéctica era una seña de la civilización. Prefería un pugilato de ideas dentro que cerrar la puerta al contrario. Siempre en el otro hay poco o mucho que te puede enriquecer o complementar. Y así fue. Años más tarde, en la dirección de una revista llamada "Mirada Crítica", reedité la experiencia de la pluralidad.

Sabía que capitanear un buque de posiciones e ideas era no solo una mística sino una visión y una responsabilidad. Hace un par de días descubrí la carta de entrada con la que A.G Sulzberger, el nuevo director del New York Times, saluda a sus lectores. Tiempos difíciles para la prensa mundial, pero a la vez de visiones nuevas y de principios que pueden atraer al lector, más en estos tiempos ligeros de posverdades, redes perversas y medias verdades.


Sulzberger escribe: "En 1896 mi tatarabuelo salió de su ciudad natal, Chattanooga, y viajó hacia el norte para comprar un pequeño periódico que languidecía en Nueva York. Aquellos tiempos no eran diferentes a los de hoy: la agitación tecnológica, económica y social estaba alterando las tradiciones en el país. La gente que intentaba entender estos cambios y sus implicaciones se encontraba confundida por políticas polarizadas y una prensa partidista, más enfocada en sus propios intereses que en informar al público". 

¿Le parece conocido? 

Sigue Sulzberger: "En este contexto, Adolph Ochs vio la necesidad de un periódico distinto y así comprometió a The New York Times a la idea entonces radical que aún lo anima. Prometió que el Times sería ferozmente independiente, que se abocaría a un periodismo con los más altos estándares de integridad y dedicado al bienestar público". 

Ahora subraye lo que sigue porque son los principios que todos los que nos exponemos con una verdad, que puede ser nuestra o de ninguno, nos enfrentamos a diario. Sobre los principios de Ochs: 


“Informar con imparcialidad, sin miedo ni favoritismos, sin importar qué partido, grupo o intereses estén involucrados”. 


“Invitar a una discusión inteligente de todos los matices de opinión”. 


El periodismo no es un oficio, es una misión que requiere rigor, seguimiento y trabajo. Cuando la prensa se parezca menos a las redes, la gente buscará los medios como quien busca la verdad y la verdad carece de propietarios, se erige desde la pluralidad. Ortega nos invitaba a ver el objeto por todos sus lados para llegar, más o menos, a una conclusión. Dice Sulzberger : "Este es un momento de crecimiento y de innovación fascinante en el Times. Nuestra actividad periodística es más fuerte que nunca gracias a la inversión en nuevas formas de hacer periodismo, como los interactivos, las audioseries (o podcasts) y el video digital, y a un gasto aún mayor en coberturas internacionales, de investigación y de denuncia". El reto es grande, pero si no la ven, es grande también la oportunidad. Hasta ahora los medios impresos temen al mecanismo virtual, mas en la concepción oriental "en toda crisis hay una oportunidad".

El nuevo director dice bien, aunque solo en parte: "El modelo de negocio que sostuvo durante tanto tiempo al amplio y costoso trabajo del periodismo original está erosionado, lo que obliga a los medios de todos los tamaños y formas a reducir sus equipos de trabajo y sus ambiciones". En realidad, es lamentable pero real que los equipos se reduzcan, mas no así la ambición y menos la visión.

La tragedia, que nos recuerda una frase de Umberto Eco que puede resentir a los navegantes de las redes, es que "la desinformación está aumentando y la confianza en los medios cae a medida que las plataformas tecnológicas dan prioridad a los clics, los rumores y la propaganda antes que a la investigación real". Por desgracia la gente no solo miente sino que, en ocasiones, quiere que se les mienta si es que así se ahorran el trabajo de leer y de pensar. Goebbels se equivocó de tiempo.

Vale subrayar lo que todos los directores de medios en el mundo deberían asumir como línea a seguir: "El Times continuará resistiéndose a la división y al pensamiento sectario dándole voz a un amplio abanico de ideas y experiencias, porque creemos que el periodismo debe ayudar a la gente a pensar por sí misma. El Times mantendrá sus más altos estándares de independencia, rigor e imparcialidad, porque creemos que la confianza es el bien más valioso que tenemos. El Times hará todo esto sin miedo ni favoritismos, porque creemos que la verdad debe perseguirse hasta donde sea". 

Dice más, "estos valores guiaron a mi padre y a quienes lo antecedieron como director, y guiaron a esta compañía a través de la guerra, de las crisis económicas, de la agitación tecnológica y los cambios más importantes de la sociedad". 

Vale concluir como Sulzberger que este es el periodismo que nuestro mundo necesita y que el lector merece.

 ¿Cuánto puede contribuir el buen periodismo a la civilización y la verdad?