PPK tuvo tiempo para explicar las supuestas facilidades a Odebrecht en 2005, cuando era director de Proinversión en tiempos de Toledo. Tuvo tiempo para explicar el tema de la ONG, Asociación Empresarial para el Desarrollo Rural (2008), que lo vincularía a Jorge Barata y sus "mencionados" contratos como consultor tras haber sido ministro de Toledo, tuvo tiempo para formar un comité de crisis con estrategas políticos, pero prefirió la orientación mediática y la batalla en las redes. No fue político y, en el borde del pantano se niega a dar un paso al lado (renunciar), quedándose inmóvil a la espera que el monstruo del lago lo capture con sus zarpas y se lo engulla de un solo tirón.
decisiones

En política se debe decidir con la razón, no con el corazón. "Yo no renuncio", dijo Leguía frente a los hijos de Piérola, con los cañones de sus armas amenazando su cabeza. De verdad, si creyeron que esa era la dignidad que se le reclama a PPK, es que no saben lo que vendrá. 

Al no renunciar, PPK se somete a una mayoría y a otros grupos que están dispuestos a vacarlo, que es la peor manera de dejar el poder. Los argumentos y sustentos que un congreso requiere para vacar tienen menos rigor y menos consistencia probatoria que los que se le exigen a un juez para sentenciar. Al no renunciar, PPK se hace más daño y cede mayor poder al fujimorismo, que podrá dar una demostración de fuerza mayor esta vez. Con el TC "controlado" y aseguradas las opciones de Keiko para no ser detenida en su intento por ganar el 2021, PPK se entrega como perita en dulce para que el fujimorismo logre un mayor margen de maniobra aun, en un escenario de mayor conflictividad. Abierto el precedente de la vacancia al Presidente, ¿qué vendrá después?

Una renuncia pacífica, cediendo lugar a Vizcarra o Araoz, le hubiera dado un respiro al gobierno frente al caso Odebrecht, Palacio hubiera quedado fuera de esos nubarrones y la economía ni la Bolsa tendrían que sufrir las probables crisis por venir. Acaso, ¿no ven en perspectiva una posible transición naranja hacia un gobierno naranja? Asistimos a un juego de poder en el que los estrategas de un lado, sin mayores luces, vencen fácilmente a los estrategas del otro lado. Sí, claro, "estrategas" es un decir...

Desde luego que la renuncia per se no sirve de mucho sin una amplia convocatoria por un gabinete plural, que garantice la gobernabilidad y, ya qué más, nos permita, al menos, un aterrizaje sin fuertes vientos. En este lustro perdido (ya mejor olvídense de "reformas", de "bicentenarios"...) lo que único que queda por hacer es llegar al 2021 por llegar. Un transcurso sin ruidos, uno en el que pensar en un co-gobierno está fuera de la realidad.  

Vizcarra o Araoz hubieran llegado al 2021 con menos expectativas, pero quizás con algo de paz. Definitivamente, la coyuntura larga y agitada nos obliga a pensar en una reforma electoral que ya nos es esencial, adelantar el calendario para la elección del Presidente de la República en sus dos vueltas y enseguida proceder a la elección del Congreso. Dadas las experiencias de Bustamante y de Belaunde frente a una mayoría aprista en los 40 y los 60, respectivamente, los peruanos tendrían que ser necios para no darle al presidente la mayoría plena para gobernar (siempre que se elaboren cautelas institucionales que impidan el abuso de poder, quizás un empoderamiento del TC frente a los actos de gobierno y demás). Importante será también el arraigo del gobernante que concluyó su función para que rinda cuentas y la formación de comisiones  supervisoras permanentes de  licitaciones, tanto como reglas inflexibles y claras, que aporten a la prevención de la corrupción. Hemos hecho mucho por darle batalla ex post, nunca ex ante, como debiera ser.

Si el Bicentenario llama a fiestas, suspendan todas, por que lo que queda es un gran debate de proyecto nacional.