- Ausencias
Neblinas heladas,
trombas de luz en marejada.
Casi a tientas el reloj porfía
Etérea niña de maravillas.
Bruma en la vitrina
vaho en la ventana
Por donde va
va la semilla,
la tarde marcha.
Años de incendio,
musa imaginada
de resabios y toques,
rigor de la palabra.
Me empeñé en azul,
turbia humorada,
calendario en prosa
entre las fieras faunas.
Animal herido,
hembra del día,
inocencia
de luminiscencias
vagas.
Eso fuimos entonces,
nada, apenas polvo,
vaporosa hada.
No existías,
es cierto,
aunque tal vez existías
en el reino de las crudas llamas.
Fuego entre mil
calles abandonadas,
eso fuimos entonces,
vapor ruina masa.
A través del túnel observo
y lo que queda de todo es la palabra.
Y la palabra es Dios, verbo,
O no más que una sutil
existencia encadenada.
Te inventé entre mil,
y entre mil va la calle
y entre mil yaces como la malva,
herida en la arena vasta.
El cuadro, las rocas sobre Gibraltar
la fiesta de las cascadas,
el rumor del agua que se abate
sobre mi herida de navajas.
Malhadado invento de la pluma
mi sangre del tintero bruñe
en un rojo abril de pascua.
Recuerdo entonces,
y de recuerdos visto (entre remaches)
la alborada.
Publicado: 2017-07-16
La poesía es más útil que el ensayo porque es más abarcativa, reúne el deseo, los recuerdos, la angustia, el miedo y la sabiduría. A veces es también una rendición, la abdicación, la victoria de la potencia y el deseo sobre el acto. No se escribe desde el sosiego. Un viejo recuerdo propio en papel arrugado con reminiscencias de lecturas e influjos lorquianos que redescubro en una caja de desperdicios y memorias.
Escrito por
RAÚL MENDOZA CÁNEPA
Abogado PUCP. Escritor. Columnista en Expreso. Ha sido integrante del staff de la página de Opinión de El Comercio y de El Dominical.