Afino la guitarra con aquel aparato que enciende el verde cuando lo logro. Toco, siempre es fácil pasar de un instrumento a otro cuando se sabe de notas. Del piano, fácil se pasa a las cuerdas. La música es el fondo de esta existencia, cada uno (como en las películas) le pone el que más se adapta a sus ilusiones o sus circunstancias ¿No has leído alguna vez en uno de esos tests que indagan qué música le pondrías a tu vida si fuera una película?
Del otro lado del arco iris

He vivido pletórico y feliz alrededor de los misterios. No soy de la fila común de los que no sueñan despiertos. Por el contrario, de niño me aislaba para imaginar y hasta me creí el cuento propio de que detrás de los espejos una niña me miraba con sus ojos de maravilla, contemplando mi mundo, amándome en silencio.

Descubrí el misterio de los espejos y los laberintos, de la vida que se oculta detrás de los sueños y, sobre todo, de la curiosidad por saber dónde se iniciaba el Arco Iris. Parecerá infantil, pero soy un niño adulto, algo loco, pero niño loco al fin pese a mi talla y mi fuerza, a mi seguridad y carácter. Creo, como Erasmo, que en esa poca de locura se encuentra la genuina felicidad.

Amar sin medida es una locura, pero amo ese tipo de locuras; como el sueño del amor eterno y el de las almas que rompen sus cuerpos pero que se estrechan entre ambas para tocarse. Creo en la poesía, en las lluvias nocturnas y en el olor del jazmín que en alguna noche y en una calle cualquiera me sobrecoge. Creo en las carnes que se electrizan cuando se trenzan. Creo en la boba locura de visitar los asilos para obsequiar galletas o en caminar descalzo por los parques o en nadar en mares peligrosos. He actuado en el teatro, he escrito libros, he pintado cuadros, he vivido al borde y en los extremos he corrido en moto por bajadas inexploradas y en el barranco lindando el abismo, he saltado en paracaídas, piloteado raudo y he creído morir en una embarcación pequeña lanzada a la deriva (el mar es más movido cuando te adentras y más frío). He cantado para ser aplaudido, he comido helados en el invierno y recorrido la ciudad sin rumbo, porque la vida es, de por sí, un rumbo y no necesitas explicarla.

He besado a los nueve años a una niña detrás de una cortina y abrazado a un corazón mucho más tarde sin haber tocado la piel que lo cobija. He esperado, crispado, respuestas que no llegaron, como aquel hombre que en los versos de Pessoa, aguardaba a alguien "al pie de una puerta de un muro sin puertas". He esperado una carta, he trazado versos que siempre he publicado, he sido abogado, escritor, periodista, político (candidato al Congreso) pensador, Santa Claus y en el trajín he sido explorador de bosques y de playas ignotas, de libros incunables. Buscador idiota de tesoros de piratas (¿Hay un lugar en Mala?), músico, filósofo, creador de historias desde la cuna...amante de lo incierto.

He caído en desgracia y me he encumbrado, he visto casi todo y casi todo lo demás lo he imaginado. 

Dicen que detrás de un niño adulto hay un renacentista. Soy obcecado con los sentimientos, romántico sin tibieza, franco a la legua y, como decía Neruda de sí, "un tonto de capirote" ¿Y qué?

Necio es hablar de uno mismo en un blog propio, pero más necio es no ceder a la inspiración, que es darle espacio a esa locura que bordea el peligro. Quizás desnudarme de tal modo no sea sino una manera de revelar mi pasión por la curiosidad. Soy apasionado hasta el desmadre y amado de las musas. Dicen algunos, a veces con queja, que cuando salgo con alguien nunca se sabe donde habremos de terminar. Con mis hijas voy de compras cerca y termino en el San Cristóbal o en los juegos o en la cercanía del mar y de su brisa. Odio los planes, los astrolabios, los mapas y las brújulas. Cuando viajo a ciudades lluviosas nunca llevo paraguas. Me pierdo en las soledades nocturnas de urbes extrañas (En Bogotá casi muero por perderme, a solas desde luego). Solo después me pregunto por qué. Quizás busco ese otro lado del Arco Iris, ese misterio de maravillas que cuaja en un paisaje, en un corazón que sincroniza con mi música interior, en unos ojos que me miran sin reparar que me he lanzado a bucear en ellos; pero que no están aquí.

Quien no descubra el misterio de la vida será feliz, quien deje de buscar porque lo descubrió habrá perdido la brújula y el instinto. Mejor es el camino que la posada, decía el Quijote. Vivir con locura es vivir. Lo otro es solo esperar a la carroza.