Alguna vez me interrogaron qué es aquello que más me llevaría a la plenitud como alguien que piensa permanentemente en el Perú y yo respondí sin tregua al silencio: impulsar y conducir a buen puerto a Mercurio Peruano o alentar que alguien lo haga. En esta nota entenderán por qué.
El Mercurio peruano


La portada del primer número de la histórica publicación titulaba “Idea general del Perú” y se editó en 1791. Esta publicación bisemanal dio a su fin en 1795, pero es uno de los ejes de trascendencia del Perú pre-republicano. Fue editado por un grupo de jóvenes intelectuales pertenecientes a la Sociedad de Amantes del País: destacaron Hipólito Unanue, José Baquíjano y Carrillo, José Rossi y Rubí…

En tiempos en los que nos perdemos en los escándalos coyunturales y en las menudencias pasajeras, los temas centrales sobre el Perú se agotan en el día a día y esa publicación (aún más antigua que el decano de nuestra prensa) asoma en mi mente con una luz de fe, mística y misión.

En 1918  Víctor Andrés Belaunde la fundó nuevamente introduciendo estas palabras magníficas que son siempre vigentes: "Convencidos nosotros de que nuestro medio necesita una revista que sirva de órgano a los estudiosos y a los ensayos de carácter nacional, hemos buscado la colaboración de las más distinguidas personalidades literarias, científicas, políticas....e iniciamos así hoy la segunda época del 'Mercurio Peruano'...Deseamos seguir abonando en el suelo patrio, penetrar en los secretos de nuestra vida pasada, plantear nuestros problemas...Queremos por último que nuestra inspiración literaria, que languidece de exotismo y artificio se remoce acudiendo a las eternas fuentes de la tierra y la historia".

La idea del renacimiento del "Mercurio Peruano" era para Belaunde volver sobre nosotros mismos, examinarnos, analizar qué somos, dice el historiador José Agustín de la Puente. Nos recuerda que convivían por aquel tiempo dos generaciones esenciales en el quehacer intelectual peruano: la del novecientos y la del centenario. Belaunde perteneció a la primera y la suya fue una generación que, pese a la derrota y la amargura asumió que el Perú era el objeto de un gran estudio y, por tanto, su mayor derrotero era el optimismo.

Poco se ha publicado sobre el Perú en todas sus materias, las grandes obras refieren libros históricos como los 7 Ensayos de José Carlos Mariátegui; Peruanidad, de Víctor Andrés Belaunde (o La realidad nacional); El Perú contemporáneo, de García Calderón y podemos hundir en las raíces de nuestra historia con la obra de Basadre y las múltiples indagaciones de Raúl Porras, pero en la actualidad las grandes preguntas sobre el Perú parecen haberse cerrado y concluido en el tema de la informalidad, que desde diversos ángulos es analizada por Hernando de Soto y José Matos Mar ¿Y el Perú real e integral qué?

¿Y la nueva intelectualidad?

El Perú del siglo XXI es utilitario y su intelectualidad se reduce a una izquierda académica que contrasta con la visión de coyuntura de los diarios. En el Mercurio Peruano de Belaunde escribieron representantes del pensamiento con una visión integradora del Perú, desde la peruanidad como eje y doctrina. Aportaban su pluma Jorge Guillermo Leguía, Manuel Abastos, entre otros muchos, algunos de los cuales dieron sus primeras batallas intelectuales en esta magnífica revista de interés nacional ¿sabía usted que Martín Adán escribió un tramo de "Lo barroco en el Perú" en este buque insignia del pensamiento nacional? José Agustín de la Puente nos recuerda que prestaron su pluma el gran Honorio Delgado, que los primeros estudios de Porras sobre los cronistas aparecen en sus páginas...

Cien años

En el 2018 esta histórica revista cumplirá cien años y el Perú estará en la víspera de su bicentenario aún buscando respuestas sobre sí mismo. No existirá una publicación que sea el eje de los grandes debates nacionales y perecerán las ideas en los menudos episodios de nuestra política nacional. 

Mercurio Peruano no ha desaparecido, por cierto, tiene una aparición esporádica, pero sin la periodicidad ni el centro que la encumbre. A tres años de su centenario nada más trascendente que su renacimiento, esta vez con esa visión humanista de la vida que, con su natural perspectiva nacional, nos dirija y se torne en el espíritu que vivifica.

Mercurio no es una revista de cultura general, aunque la rijan las Humanidades, es mucho más por su visión y trascendencia.

De La Puente nos abre los ojos para explicarnos que la trascendencia no depende del tiraje sino del contenido y el alma. Cuando Belaunde se embarcó en esa empresa tiraba 500 ejemplares que imprimía Lumen, la editorial de la revista en aquel entonces. La fuerza y el empuje radicaba en la mística de su promotor, que como quien esto escribe, lo asume como un sueño de emprendimiento esencial.

El compromiso con la vasta obra de Victor Andrés Belaunde no se debe perder en el olvido. La lealtad a su encargo supone darle el combustible necesario que torne el espíritu a la letra de su casi centenaria revista. Sus cien años deberían ser magnos como las obras que perduran y vencen al tiempo. Porque Mercurio Peruano se edita, no ha perdido la continuidad, pero aún puede rutilar como una estrella en el firmamento del pensamiento si es que se le devuelve el eje y la fuerza, la promoción y la fe.

Si me dieran a elegir (dada mi trayectoria libresca y mi ímpetu natural)  cuál publicación insistiría en impulsar con el motor de mi pasión por el Perú no sería El Comercio o El Peruano (por decir los más antiguos) sino Mercurio. Los diarios solo articulan el día a día y sus letras se difuminan con el paso de la historia. Pero un semanario, quincenario o mensuario con sustancia y destino como Mercurio Peruano tiene por virtud la trascendencia en cada una de sus ediciones.

Al aproximarnos al 2018,  Belaunde anhelaría ver viva y central a aquella revista,  colocada como una la luz sobre la mesa, nunca debajo del mantel. La avizoro como aquella vela que alumbra y marca nuestro derrotero y nuestra fe como Nación.